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Inteligencia emocional
Lectura de 4 minutos

Cuando las emociones se transforman en estados de ánimo

13/11/25
Ilustración de Alev Neto donde una chica entrega una caja con sus problemas a una mano grande que emerge desde arriba.

Entender mejor nuestras emociones podría ayudarnos a garantizar que cuando aparecen sentimientos fuertes que no sabemos cómo manejar, se convierten en preciados o agradables…

Cuando las emociones se convierten en estados de ánimo, es como imaginar un «día gris» que vino para quedarse y, además, nos agarró la lluvia…💧 

Pero lo maravilloso de todo esto es que nosotros podemos atender a nuestras emociones en su primer estadío, para que nos «alerten del clima» y no nos agarre la tormenta.

Las emociones son intensas y cortas, duran aproximadamente noventa segundos, y son nuestro semáforo fisiológico, mental y espiritual. 

Un sentimiento es una especie de emoción secundaria: tiene mayor duración, pero su intensidad es más baja. La primera es breve, primitiva, unidireccional; el segundo es más largo y nos permite reflexionar, tomar decisiones con conciencia.

Pero ¿cuál es realmente la diferencia entre emoción, sentimiento y estado de ánimo? ¿Es lo mismo? ¿Dónde está el límite entre sentir y ser gobernadas por lo que sentimos?

Estás a punto de descubrirlo…

Emociones, sentimientos y estados de ánimo: cómo se transforman

Sin lugar a dudas, las emociones se contagian. Esto es algo que se puede comprobar fácilmente.Ya lo has vivido o experimentado alguna vez: alguien entra a una habitación con entusiasmo y el ambiente cambia; o alguien llega cargado de enojo, y todo se vuelve denso, el ambiente se tiñe de esa energía. 

La ciencia confirma este fenómeno: los gestos, las miradas y el tono de voz pueden alterar nuestro estado de ánimo y el de quienes nos rodean (Infobae, 2025).

  • A nivel biológico, las emociones son respuestas automáticas, un impulso rápido que prepara al cuerpo para reaccionar. Se activa este «semáforo natural» y nuestro sistema límbico libera neurotransmisores que influyen en la atención, el ritmo cardíaco o la respiración (BBC Mundo, 2025).
  • Los sentimientos, en cambio, son la interpretación mental de esas emociones. Ya no reaccionamos: pensamos. Son como una fotografía de lo que sentimos, un registro consciente. 
  • Y los estados de ánimo son aún más persistentes: una especie de clima emocional que se instala y colorea la percepción del mundo (Psicología y Mente, 2024). Los estados de ánimo revierten situaciones y condicionan nuestro abanico de posibilidades (Matías Gil, Universidad Cema, 2002)

Como explica «Libertia Psicología», el estado de ánimo depende de múltiples factores: el sueño, las hormonas, la alimentación, el estrés, los vínculos y hasta la luz del día. Por eso, cuando una emoción se mantiene o no se gestiona, termina afectando nuestro bienestar y nuestra forma de interpretar la realidad.

De alguna manera, podríamos decir que las emociones son los relámpagos del alma, los sentimientos son la lluvia que sigue, y los estados de ánimo, el cielo que queda cubierto.

Pero siempre nos gusta ir un poco más allá…

Emociones Estados de ánimo
Reactivas, cortas, unidireccionales. Determinan nuestro abanico de posibilidades y condicionan la acción.
Son específicas. No se relacionan de forma inmediata con un evento o hecho particular.
Son precedidas por un acontecimiento, hecho o situación. Permanecen en el tiempo y moldean decisiones y acontecimientos.

Cuando las emociones gobiernan: el riesgo de vivir bajo su sombra

¿Por qué es tan importante saber de qué depende nuestro estado de ánimo?

Porque cuando una emoción «no se atiende», no se escucha ni se expresa, comienza a quedarse. Se vuelve pensamiento, hábito, temperamento, sentimiento. Y un día, sin darnos cuenta, ya no sentimos tristeza: somos tristeza…

El estado de ánimo es cuando los sentimientos traicionan y se transforman en «una manera de vivir». Cuando nuestros días se pintan del color de la angustia o la depresión. Son emociones que fueron ignoradas, siguieron su curso y hoy nos determinan.

Nuestro objetivo es que las emociones funcionen como emociones: breves, intensas, sabias consejeras, pero no dueñas.

Desde «APAI Psicólogos» se enfatiza que el primer paso para evitar que una emoción se transforme en un estado de ánimo negativo es la conciencia emocional: reconocer lo que sentimos, ponerle nombre y dejarlo pasar. La práctica del mindfulness o de la escritura reflexiva ayuda a observar sin juzgar, creando un espacio interior.

Y en un plano más científico, como dijimos anteriormente, Gil (2002) observó que: 

«Los estados de ánimo influyen en la toma de decisiones incluso cuando no tienen relación con el hecho en sí» 

Es decir, una emoción sostenida puede distorsionar nuestra «percepción de riesgo», nuestras elecciones y hasta la forma en que nos vinculamos con la gente.

La tristeza sostenida puede agotarnos. La ira, si se prolonga puede causar grandes daños daños y nos termina lastimando… 

 ¿Y el miedo? Se instala y nos paraliza… 

Atender nuestras emociones no es un acto de debilidad, sino de madurez. 

«La gente siempre asocia el hecho de pedir ayuda con una muestra de vulnerabilidad, cuando en realidad es todo lo contrario…»

Porque cada una de las emociones lleva un mensaje: algo que debe ser reconocido, no reprimido ni dejado al mando de nuestra vida.

¡La vida pide valentía para lo nuevo! 🌳

Reflexionemos juntas: las emociones son solo maestras

Las emociones no son el enemigo: son mensajeras. Nos avisan, nos protegen, nos humanizan. 

Pero cuando las dejamos gobernar, se vuelven tiranas, despiadadas. 

Por eso, cuando las emociones se transforman en estados de ánimo, el desafío no está en suprimirlas, sino en escucharlas a tiempo.

Atrevámonos a sentir… sin quedar atrapadas.

Hemos venido a esta tierra con propósito y para vivir con plenitud. Y si quieren conocer «el arte del descanso» para vivir una vida vital y plena; te recomiendo el siguiente artículo:

🔗 Yoga Nidra: el arte de descansar para vivir mejor

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¡Hasta la próxima!