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Journaling
Lectura de 7 minutos

Qué es la escritura somática y cómo reconectar contigo misma

23/10/25

Es somática y a la vez espiritual. «El cuerpo es la materia de la narración». 

La noción del cuerpo como soporte de la escritura implica una forma subjetiva de comprender nuestro ser y una fuente de conocimiento. Cuando escribimos desde el cuerpo, no estamos solo describiendo emociones, sino traduciéndolas en presencia, hoy mismo.

La escritura somática propone volver a habitar el cuerpo como territorio de memoria y sabiduría. Escribir se convierte en un acto de escucha corporal, como si fuera «un hilo invisible» donde el papel es una extensión de tu propia piel. 

La escritura somática te ayuda a reconectar contigo misma. Nos invita a acompañar lo que sentimos con curiosidad, sin forzarlo, sin buscar resolverlo de inmediato.

El cuerpo conserva información infinita sobre nuestra historia, experiencias y emociones. A través del «somatic journaling», cada palabra se convierte en una caricia terapéutica, una forma de sanar el cuerpo y honrar la conexión entre mente, emoción y espíritu. Es un «diálogo reflexivo» e introspectivo donde la conciencia corporal se vuelve herramienta de sanación profunda.

«Cuando escribimos el cuerpo se aparta de nuestra mente y nuestro ser; como si fuera un espectador listo para contar su historia…»

¿Quieres saber más?

El cuerpo que habla: el origen de la escritura somática según la ciencia

En las últimas décadas, las ciencias del cuerpo han revelado que la escritura es también un acto físico. Pero en la vida moderna, el cuerpo se aleja de la escritura; la mecanización, la tecnología y la velocidad cotidiana han diluido su corporalidad (Choate, 2017). 

Lo que antes era gesto, tacto y respiración, aromas, caminar descalzo; hoy muchas veces se reduce a un movimiento automático y a oficinas con computadoras…

El desafío es volver a escribir desde la materia viva. Desde lo que somos «sin contaminación con lo que no somos». 

La terapia somática enseña que todo lo que experimentamos deja huella en el cuerpo. En psicología se llama «psiquismo». Cada emoción, tensión o silencio queda registrada como energía contenida «que grita» ser expresada. El cuerpo no olvida: guarda las marcas de la alegría, la angustia y los recuerdos que aún no fueron dichos.

La escritura somática nace para dar voz a ese registro silencioso. Escribir desde el cuerpo es permitir que la memoria se exprese y libere lo retenido. La ciencia respalda este proceso: conectar con las sensaciones interoceptivas reduce los niveles de estrés y ansiedad, al mismo tiempo que favorece la regulación emocional (Kuhfuß et al., 2021).

«El cuerpo, entonces, no es un espectador del proceso creativo: en realidad es su origen.» 

Cuando la palabra y la sensación se encuentran, aparece una escritura más auténtica, pura y honesta…

Vamos terminando y todavía falta lo mejor…

Beneficios de la escritura somática para tu bienestar físico y emocional

La escritura somática no solo ofrece alivio emocional, sino que también promueve el equilibrio físico. Investigaciones sobre la conexión cuerpo-mente muestran que esta práctica mejora el sueño, reduce el cortisol y disminuye los síntomas asociados al estrés y los cambios de humor.

Además, nos permite como mujeres procesar experiencias difíciles de manera segura y pausada. En nuestro propio tiempo. 

Como plantea Liebig (2023), que decía lo siguiente: 

“la escritura del trauma implica procesos de ‘estar-con’ el cuerpo, a pesar del abrumador y alarmante deseo de distanciar al yo del trauma”. 

En esa presencia se encuentra la verdadera sanación. No se trata de revivir el dolor, sino de acompañarlo hasta que pierda su peso lentamente…

Esta forma de escritura reflexiva invita a sostener la emoción en lugar de huir de ella. Durante los períodos de la mujer, por ejemplo, cuando el cuerpo transita cambios hormonales y emocionales, escribir desde la conciencia de nuestro cuerpo ayuda a liberar, comprender y descansar. 

«Escribir puede ser un descanso activo, un refugio que reordena nuestro ‘interior femenino’ sin exigir explicaciones.»

Escritura somática: el diálogo entre el cuerpo, la mente y las emociones

La escritura somática es el punto donde cuerpo, mente y emoción dialogan sin jerarquías ni egocentrismos. En lugar de imponer significado, permite que la palabra surja desde la experiencia sensorial. Al escribir desde la sensación y no desde la mente racional, lo que se revela es la verdad encarnada de cada momento.

Esta práctica está profundamente ligada al autoconocimiento. Cuando prestás atención al cuerpo antes de escribir, comenzás a notar su lenguaje: un nudo en la garganta, un calor en el pecho, un leve temblor en las manos, tal vez sudoración…

 Esas señales del cuerpo se transforman en lenguaje, y ese lenguaje se convierte en conciencia relevante para nuestra vida.

El cuerpo es una biblioteca viva. Cada sensación es un libro esperando ser leído. 

La escritura somática no busca perfección ni estética, busca conexión. Y en esa conexión se reescribe la historia del propio cuerpo.

Algunos consejos para encontrar tu lugar perfecto:

  • Cuando cierres tus ojos imagináte un lugar con paz y calma. Esos lugares que te hacen sonreír y que el viento golpea en tu cara.
  • Cuando tengas el sitio perfecto visualizado; dirígete hacia allá sin dudar. La experiencia real siempre supera a la imaginación.
  • Para empezar procurá que sea un lugar alcanzable; pero que sea «tu pequeño cielo en la tierra».
  • Al llegar solo te queda disfrutar. Del viento, los aromas, las sensaciones, tu cuerpo, tu mente, tus emociones. Todo lo que eres en un solo lugar. Tiempo invertido en el alma que sana al cuerpo. 🌿

Reflexionemos juntas: escuchar tu cuerpo es el principio

Tu cuerpo tiene memoria y ritmo. 

Practicar la escritura somática es reconectar con nosotras. Es un acto de amor hacia esa memoria, hacia esas emociones, hacia esas experiencias. Cuando dejas que las palabras nazcan desde el silencio interior, descubres que no todo debe entenderse para ser sanado.

La escritura es un espejo donde el cuerpo se reconoce. Escribir desde el cuerpo no es renunciar al pensamiento, sino permitir que la razón y la sensación se abracen. 

Aceptar los ciclos, reconocer los ritmos y «darles espacio a lo que hay que darle espacio»;  es una forma de reconciliación contigo misma.

Si quieres seguir explorando el poder de las emociones en nuestra vida; te recomiendo el siguiente artículo: 🔗 Emociones: buenas consejeras, pésimas dueñas.

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«No busques afuera el brillo. Tu cuerpo ya lo tiene»

¡Hasta la próxima!