Volver al blog
Inteligencia emocional
Lectura de 4 minutos

El peligro de las emociones: sabias consejeras, pésimas dueñas

6/11/25

Nuestro coeficiente intelectual puede reflejar lo que sabemos, pero son las emociones las que verdaderamente nos determinan. Cada impulso, cada palabra y cada silencio nacen de algo que sentimos y hemos vivido antes de pensar.

Cuando decimos que las emociones son buenas consejeras pero pésimas dueñas nos referimos a que cuando nuestro «cuerpo las siente», nos alertan, nos muestran lo que realmente importa, nos hacen conscientes de nuestro contexto o situación y nos permiten conectar con nuestra humanidad…

Pero debemos tener cuidado cuando las «emociones» se apoderan de nosotros. ¿Qué sucede aquí? Dejan de guiarnos, se apoderan de nuestras decisiones lenta y minuciosamente y comienzan a provocar estragos casi sin permiso…

Aprender a dominar las emociones no implica reprimirlas, sino reconocerlas sin dejar que tomen el control o el timón de nuestra propia vida. Cuando las emociones no son «tratadas» como corresponde se transforman en un estado de ánimo…

¿Lo sabías?

Para que esto no ocurra, la decisión es pura y exclusivamente de nosotras.

El origen y lugar de las emociones según la ciencia

Las emociones no son «simples invenciones del alma» o reacciones mentales. No.

Las emociones son procesos biológicos profundamente arraigados en la evolución humana. Su origen está en el «sistema límbico», una región del cerebro que regula la conducta, la memoria y nuestra supervivencia natural.

Presten atención a esto…

La amígdala cerebral actúa como una «alarma temprana»: detecta posibles amenazas y prepara al cuerpo para responder en caso de ser necesario.

Las emociones primarias o innatas aparecen como un alerta similar al «tablero de un auto»; es decir, nos están diciendo que algo no está bien y debemos detenernos y parar el viaje…

Es el hipotálamo quien coordina esa reacción con el sistema nervioso y junto a un área del cerebro que se llama «córtex prefrontal» se encarga de evaluar si vale la pena actuar ante estas emociones repentinas ¿o simplemente hay que tenerlas en cuenta y observarlas…? ¿Cuándo se convierten en un peligro?

Analicemos el miedo: lo bueno y lo malo de esta poderosa emoción primitiva

  • Según recortes de National Geographic, «el miedo» es una de las emociones más primitivas. El miedo está dentro de las que se denominan emociones primarias, innatas, que tenemos desde nuestro nacimiento. Cuando sentimos miedo, el cuerpo libera adrenalina, aumenta la frecuencia cardíaca y afina los sentidos para protegernos.
  • En dosis adecuadas, es una emoción sabia; que nos ayuda a sobrellevar ciertas situaciones. Pero en cambio cuando se instala como hábito y quiere tomar el timón de nuestra vida; se vuelve limitante e irritante. Cuando el miedo se «adueña de nosotras» y nos «determina» es cuando ya dejó de ser una «simple luz en el tablero» y cuando realmente llegó el momento de tomar cartas en el asunto.
  • Es decir que el miedo puede ser dos cosas: un «mecanismo de defensa» que nos puede salvar del peligro; o puede volverse una jaula invisible y peligrosa; una cárcel al aire libre…

La tristeza y la angustia: propósitos claros pero pueden ser amenazantes

Otras emociones como la tristeza también tienen una raíz biológica y un claro propósito en nuestra vida.

La tristeza aparece cuando despedimos a alguien; cuando perdemos un ser querido, cuando recibimos una noticia fuerte e inesperada, simplemente cuando se termina una etapa importante de nuestra vida…

La tristeza nos obliga a detenernos, a procesar lo ocurrido...

Pero atención: La angustia no es una emoción primaria. La angustia puede ser un «segundo estadio» de la tristeza que evolucionó hacia la angustia…

Por su parte, según el contexto médico y psicológico; la angustia es un estado emocional de malestar intenso; una señal de alarma interna cuando la mente percibe algo incierto o amenazante, una sensación opresiva que vino para quedarse…

Comprender el origen de las emociones es el primer paso para no convertirnos en sus prisioneras. La clave es detectarlas, entenderlas, asimilarlas, nutrirnos de ellas y seguir adelante.

«Las emociones deben deben ser siempre nuestras aliadas no nuestras captores»

El significado de las emociones y el peligro si toman el timón

Cada emoción tiene un mensaje…

  • La tristeza nos invita a aceptar la pérdida.
  • La angustia nos muestra que algo necesita atención ahora mismo.
  • El miedo nos recuerda lo que nos importa preservar.

El problema no está en sentir emociones sino en cederles el mando cuando NO les corresponde.

Cuando las emociones toman el timón, las decisiones se vuelven impulsivas y el cuerpo entra en un ciclo de «reactividad constante».

Una emoción sostenida que no encuentra vías de procesamiento o liberación se transforma en estrés crónico. La ciencia ha demostrado que el estrés crónico altera los niveles hormonales, afecta el sueño y debilita el sistema inmunológico de tu cuerpo.

«Las emociones tienen que durar lo que deben durar. Tienen que cumplir con su función y luego tenemos que seguir viviendo…»

Según la ciencia las emociones fueron creadas solo para durar 90 segundos en nuestro cuerpo. Tenemos que reconocerlas, atenderlas y luego seguir disfrutando de nuestro ahora mismo…

Lo emocional y lo físico están unidos por una cuerda invisible que no distingue entre pensamiento y sensación.

En ese sentido, las emociones son como pensamientos del cuerpo, que nuestro sistema utiliza para comunicarse con nosotros. Si aprendemos a escucharlas, nos ayudan a sanar; si las ignoramos, nos enfermarnos.

No hay que temerles, sino observarlas con atención y tener poder sobre ellas…

Ahora viene lo mejor…✨

El arte de gestionar nuestras emociones: beneficios infinitos

El verdadero equilibrio no consiste en reprimir lo que sentimos, sino en aprender a gestionar nuestras emociones con consciencia.

La ciencia y la experiencia coinciden en que quienes logran hacerlo desarrollan mayor resiliencia, relaciones más sanas y una mente más clara.

Gestionar en realidad «no significa controlar»; significa dar espacio a cada emoción sin que ninguna se adueñe de todo tu interior emocional.

Tener poder sobre ellas es dejarlas pasar, que te nutran, y soltarlas cuando ya no es necesario que habiten allí…

¿Suena simple no?

Pero si logramos gestionar todo esto pasan cosas maravillosas en nuestro cuerpo y nuestra vida:

  • Disminuyen los picos de cortisol,
  • Mejora el descanso,
  • Se reduce la fatiga emocional,
  • La angustia se transforma en una advertencia y no en una condena.
  • La tristeza deja de ser un pozo y se convierte en un puente para ver «qué nos sucede»
  • El miedo recupera su papel natural: protegernos sin paralizarnos.

Este proceso no es inmediato. Requiere autoconocimiento, práctica y sobre todo presencia. Cada emoción tiene una textura distinta y aprender a reconocerlas es un acto de amor propio.

Escribir sobre lo que sentimos, por ejemplo, permite que la mente y el cuerpo dialoguen en un espacio seguro y que comencemos a brillar como queremos…

Reflexionemos juntas

Las emociones no son enemigas. Son faros que señalan lo que aún no comprendemos. El peligro está en confundir su luz con nuestro rumbo.

Dominar no es vencer, es aprender a convivir. Cuando observamos sin juicio, la angustia se disuelve, la tristeza se ablanda y el miedo se vuelve un maestro para nosotras.

Y hablando de aprender de nuestras emociones y tener el poder de gestionarlas; quería recomendarte este artículo sobre La práctica de la escritura somática.

Después me contás: pero puede ayudarte a traducir lo que el cuerpo siente en palabras que fluyen hacia la libertad.

En Lume, cada trazo es un pequeño destello de luz y  de conciencia. Descubrí cómo tus emociones pueden guiarte sin dominarte descargando la app y comenzando a escuchar tu propio cuerpo.